sábado, 29 de junio de 2013

Que es lo que hago...

Yo no vivo, yo ardo,
yo no lloro, yo lluevo,
yo no escribo, yo destilo.
Y así todo todo el tiempo.


domingo, 2 de junio de 2013

Do I need you??

El miedo viene después
Cuando sueñas con portazos y te despiertas de golpe
Y sigues soñando, con ese puñado de latas vacías
Con las caricias que te enfrían la piel
Somos pasajeros en el mismo vagón
Almas destruidas
Miradas, un cruce de manos
Golpes en las mejillas
Un sitio donde no estas
Y yo te necesito.

Una historia que encontré hace mucho tiempo

-Desearía audiencia con la princesa de cristal -solicitó el príncipe cortésmente-.
-¿El motivo de su visita? -preguntó el lacayo real-.
-Organizar un banquete para ahondar en la confraternización de nuestros reinos.
-Me temo que no va a poder ser, alteza. La princesa Ana detesta los banquetes, y la comida en general. Lamento tener que pedirle disculpas en su nombre.
El príncipe abandonó el palacio pero, perseverante como era, volvió al día siguiente habiendo elaborado una nueva excusa.
-¿Qué desea, alteza? -preguntó el lacayo-.
-Querría reunirme con la princesa de cristal por motivos comerciales. Mi reino importa exquisitos manjares de los cuales me gustaría regalar a su alteza, la princesa Ana, una pequeña muestra como signo de concordia.
-Siento tener que rechazar su ofrecimiento de nuevo pero la princesa Ana apenas se alimenta más que de agua. Cualquier otro alimento le causa una extraña indigestión.
-¿La ha visto algún médico?
-Su alteza manifiesta que se encuentra perfectamente siendo sus males exclusivamente pasajeros. Aunque he de confesarle que cada vez la veo más desmejorada.
-¿Y no podría concederme audiencia?
-Me temo que no. La princesa de cristal desea estar sola. Quizá otro día.
El príncipe volvió a marchar del palacio y una vez más volvió al día siguiente, aunque desprovisto de mentiras.
-¿Quiere ver a la princesa Ana? -preguntó el lacayo real con gesto compungido-.
-Así es -respondió el príncipe-. Pero esta vez no voy a mentirle. Estoy enamorado de la princesa de cristal desde que la vi en las fiestas de su decimo octavo cumpleaños que organizó su madre, la reina Mia, antes de su amargo fallecimiento por inanición.
-Lamento decirle que la princesa Ana ha seguido los pasos de su madre, la reina Mia -dijo el lacayo sin poder esconder las lágrimas-. Ha fallecido esta mañana en su lecho.
-¿¡Fallecido!? -exclamó el príncipe consternado-. ¡No puede ser!
-Me temo que sí. Al final consiguió lo que perseguía: no volver a probar jamás un bocado.

No se puede

Y cuando digo que no es que no..
Y lo que deseo volver a ver esto..
Y lo malo que sé que es, pero me encanta ese clavo ardiendo...



Por que es lo único que no me ha prometido no avandonarme y aun que me empeñe está en los buenos y malos momentos...  ya a veces no sé si es una enfermedad o una compañera en el camino.