lunes, 7 de marzo de 2016
Son esos días que dejas pasar sin apenas haberlos saboreado, es tu vida
la que dejas que se vaya y sigues sin ser totalmente consciente de esas
cosas. Cosas que pierdes y que te pierdes con tus miedos absurdos (no
tan absurdos, dice una voz) y demás obstáculos que vas creando en tus
ratos libres; tiempo que además inviertes pensando en todo lo que ha ido
haciéndote de esta manera que tanta rabia te da. Y recuerdas cosas que
te gritan al oído como si hubiera sido ayer. Esa gente que ya no
está aquí pero está presente, no sé si entiendes... con sus palabras
gratuitas y directas a tu piel con el único fin de causarte heridas.
Crees que eso te hace más fuerte para el futuro, pero este mismo momento
es aquel futuro... y en tu espejo está aquel ser que pensaste que sería
invencible. Te das cuenta entonces de que no sólo te mienten a ti sino
que también te mientes tú mismo. Ahora a dónde mirarás, qué será lo
nuevo que te inventes para querer despertarte cada día e intentar ser
feliz,
para no dejar que entre en tu vida nadie que pueda volver a hacerte daño
o salvarte del abismo, nunca lo sabrás. Lo llenas todo con notas que
comprendan sin pedir nada a cambio, escribirlo todo con tiza en esas
paredes por si algún día te da por borrarlo y comenzar, ese único día en
que habrá un punto y final
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